Un foco de toponimia. Castilblanco de los Arroyos (Sevilla).
Después de una visión histórica de conjunto, recogida en la citada,
meritoria fuente, nos inclinamos igualmente sobre una constelación
particular.
Destacamos la desplegada en torno a Castilblanco (Sevilla). El Libro de la
Montería de Afonso XI (s.XIV) coloca “el camino de la Plata” en el entorno
de Castriel Blanco, hoy Castilblanco.
Foto: Castilblanco de los Arroyos.
Le sigue por antigüedad la mención de Almadén, al norte de Castilblanco,
situado en el camino de la plata y relacionado con Sevilla.
Ambos lugares, Castilblanco y Almadén, figuran en mapa del siglo XVI, así
como el nombre Camino de la plata enfrente de Castilblanco y tendido a lo
largo del río Guadiamar. Ya hemos advertido en general acerca del
carácter sumario de los mapas. En realidad, el actual Guadiamar tuerce al
oeste, dejando a Castilblanco junto a los ríos Cala y Huelva.
Pero en su curva occidental, como a 30 km. línea de aire de Castilblanco,
el Guadiamar nos presenta un pueblo por nombre Arroyo de la plata,
nombre que nos brinda la clave para interpretar el topónimo La plata
como hidrónimo de origen prerromano.
Debemos distinguir estrictamente los nombres en que figura la plata
como determinante, p. ej. El Camino de la plata, de aquellos en que actúa
como equivalente, p. ej. Fuente de la plata o Arroyo de la plata, en los
que sobraría la preposición de, la cual resulta engañosa. En realidad, antes
de recibir el nombre de fuente, de origen latino, fue llamada plata, un
hidrónimo prerromano.
Consideramos el hidrónimo plata como un término prerromano formado
con el radical *pal-, que significa “verter”, “fluir”, del cual proceden los
latinos palus, “laguna”, y pluvia, “lluvia”.
En realidad encontramos el nombre como aplicado al agua. Existe Fuente
la Plata en el centro de Ribadavia y en Oviedo ciudad; arroyo La Plata en
Avilés. Un afluente del Pas, La Plata, en Valle de Toranzo (Cantabria).
Además encontramos acá y allá la Fuente del Plato, nombre que no parece
ser sino el masculino del hidrónimo plata.
Sin temor a incurrir en exageración se puede afirmar que se trata del
radical hidronímico más prodigado en Hispania. Lo que ocurre es que
muchas veces ha quedado enmascarado, en su forma evolucionada bal,
por un posible val, procedente del latino valle.
Bajo el citado radical y dentro del español podemos distinguir dos tipos:
uno con evolución fonética por sonorización p>b (bal) ya confundido con
un val proveniente de valle, que es muy frecuente como elemento
integrante de nombres compuestos, hidrónimos y topónimos, y otro, que
no evoluciona, sino que conserva la p- original (Coll de Pal, Barcelona)
el cual también es muy frecuente como integrante de compuestos, que
son hidrónimos o topónimos de base hidronímica.
Citemos al menos el río Palancia (Castellón) mencionado por Ptolomeo y
el topónimo derivado, Palencia, también documentado en la Antigüedad.
El término se descompone en ambos en el radical pal- y un segundo
elemento –antia, que no analizamos aquí. El mismo pal-, asociado al
radical -ki-, también hidronímico y que reaparecerá más tarde, es el que
ha producido el topónimo palacio-s, tan frecuente.
Por otra parte, si el mismo radical pal- recibe un sufijo nominal céltico,
-ata, -ato, bien conocido, el que vemos precisamente celta, y justo en
Viri-ato, y en tantos más, obtenemos un posible *pal-ata, hidrónimo, que
deriva en plata, como nombre de agua o de lugar marcado por ella.
Cierto que no sabemos que se haya conservado el eslabón *palata, lo que
se comprende fácilmente por la concurrencia de plata, el nombre del
metal, que a su vez parece derivar de un latino *plattus, “plano”, aplicado
a dicho metal en cuanto laminado. Ese plata pudo eclipsar y sustituir,
incluso en su aplicación al agua, a un extraño *palata, ya fosilizado al
desaparecer su concepto juntamente con el idioma del que formaba
parte.
Se podrían aducir en el sur de Hispania una media docena de topónimos
“de la plata”, de los que se puede suponer que no vengan motivados por
la presencia del metal, sino más probablemente por el agua, como el
hidrónimo Rambla de la Plata (Albacete). En cambio se podrá constatar en
ellos no solo presencia del agua sino intensidad en esa presencia.
Citemos en el sur de la península, en Córdoba, La Plata, un pueblo a
derecha del río Guadalvacarejo, más un Cerro de la Plata, el cual, así
como Cabezo de la Plata, en Murcia, y Sierra de la Plata (Cádiz) es lugar de
origen de varios arroyos.
Cierto que no disponemos del presunto *palata, hidrónimo, posible
derivación de pal- y posible antecedente del plata, que investigamos,
pero sí conocemos un Balata, hidrónimo y topónimo, que puede ser su
testigo evoluionado: la Rambla Balata con pueblo Balata en Baza. La
Rambla Balata es afluente del Guadiana Menor. El ejemplo, duplicado,
bastará para sembrar duda sobre la hipótesis del árabe balata, “ancha”,
en cuanto aplicable a nuestra a calzada.
Foto: Gorafe, cerca de la Rambla de Balata.
Retornando al radical pal-, ha podido conservarse en su forma estricta y
dotado simplemente de la vocal de la terminación:-a, -o. Pala Cerrada es
un pico en Orense con origen de arroyos, y Pico la Pala otro en Murcia
con la misma característica.
Es conocido el masculino palo y palos, que recorre la península: Puerto
del Palo (Huesca) divisoria de cuencas. Sierra del Palo (Asturias) divisoria
de vertientes. En La Cabrera (León) “pasar el palo” significaba “pasar el
turno de riego”. El Palo (Malaga} en la costa. Cabo de Palos (Cartagena}.
Laguna de Palos y Palos de la Frontera (Huelva}.
Hasta el mismo Castilblanco parece acusar en -blanco la pervivencia del
antiguo radical, pues no lo derivamos del adjetivo “blanco” sino de un
posible *pal-anco mediante sufijo–anco, el mismo de Nar-anco, hidrónimo
repetido en el Norte, y Polanco (Santander) que muestra el mismo radical
pal-, con evolución pal>pol.
La presencia del agua trasciende al actual nombre de Castilblanco, el cual
se titula de los Arroyos, aparte de que también se le distingue así de otras
poblaciones del mismo nombre.
Almadén de la Plata, próximo por el norte, puede complicar nuestra
interpretación por su mina de plata pero se ha de recordar que para el
romano el nombre de la plata fue argentum. Y, en cuanto a los árabes, al
llamarlo Al Medin Balat, no dicen sino “La Mina de Balat”, y balat no es
“plata” en árabe, pero sí puede ser la evolución de nuestro supuesto
*palata, como pensamos del aducido Rambla Balata, lo que viene a
reforzar nuestro argumento.
Foto: Almadén de la Plata.
Hacia el extremo sur, es decir, en Cádiz, ya en nuestro tiempo, se
documenta gráficamente la excavación de un tramo de la calzada romana
Cádiz-Sevilla, en cuyo flanco se asienta el poblado La Plata, en la Sierra de
Gibalbín.
Se trata de la divisoria de aguas entre el Guadalquivir y el Guadalete, con
muchos manantiales hacia uno y otro y aun lagunas. El mismo Gibalbín
encierra -bal-, evolución del radical pal- en una formación gi-pal-min,
que son radicales prerromanos de agua y que, por la sucesiva presencia
sobre el terreno, llegan a formar compuesto y aun supercompuesto, como
analizamos de forma sistemática en la obra En torno a los Picos de
Europa, I, II.
Y fue del cercano Guadiana (wad-i-ana) del que tomamos un paradigma,
el cual remite incluso a los Picos de Europa (Ur-opa<Ur-apa) hidrónimos
prerromanos. En cambio fue allí donde por primera vez advertimos que
una vía antigua fácilmente se denomina por el río. En Pontón, en el año
973 la Via Saliamica, de Salia. En aquel entorno contamos con varios
ejemplos más, perfectamente asegurados.
Nota: Próxima etapa, viernes 21 de marzo.
Nota: Próxima etapa, viernes 21 de marzo.